Publicación bimestral. ISSN Nº1851-4855. Año 8 Número 43. Dedicado a la 29ª ed. Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.
La mejor película peruana
de los últimos 30 años. Bajo la piel (UndertheSkin). Dirección: Francisco
Lombardi. Perú-Alemania-España, 1996. Guión: Augusto Cabada. Elenco: José Luis
Ruiz, Ana Risueño, Diego Bertie, Gianfranco Brero, Gilberto Torres, Jorge
Rodríguez Paz. Por David Cotos: Escritor. Fundador y Editor en Jefe de
ovservandocine.com (esta reseña apareció por primera vez en
http://observandocineperuano.blogspot.com.ar/2007/01/bajo-la-piel.html)
“Dicen que la felicidad no
existe, que es pura idea, pura ilusión. Hasta hace unos meses yo pensaba lo
mismo”. Estas
palabras iniciales del capitán Percy Corzo echado en una hamaca nos provocan
intriga por conocer su historia. Él es policía encargado de la comisaría del
distrito de Palle, al norte del Perú. Un hombre bueno que quiso ser abogado
pero no lo logró.
Las culturas preincas
(Moche y Chimú) que se desarrollaron en aquellos lugares se destacaron, además
de la orfebrería de oro y su artesanía realista, porque eran pueblos guerreros
y hacían sacrificios humanos.
En Palle se han producido 4
muertes con características similares: el descabezamiento y los ojos
arrancados. Percy y su gente están tras la pista del degollador. El principal
sospechoso es el profesor de historia Catalino Pinto, experto en las culturas
Moche y Chimú.
En esas circunstancias
llega al pueblo una patóloga española que se encarga de analizar las cabezas y
descubre muchas cosas, las cuales se las comunica a Percy. Con la ayuda de la
patóloga descubrirán que Catalino Pinto tiene el perfil de ser el asesino, pero
este no quiere confesar y jura que él no es el degollador. El Alcalde de la
ciudad Don Fausto Leyva le exige a Percy que ya se aclare todo. Pero Percy no
utiliza los métodos adecuados para que el profesor confiese la verdad, es más,
se involucra sexualmente con la patóloga y se enamora de ella, descuidando su
trabajo. Le manifiesta su amor y es rechazado porque ella piensa que no es
bueno enamorarse, Percy se siente mal. En el colmo esa noche espía a la
patóloga y descubre como ella hace el amor con el gigoló, hijo del Alcalde,
Gino Leyva. Decepcionado de las mujeres, empezará a convertirse en el hombre
que nunca fue. Como dice Paulo, su subordinado: “Nunca se enamore tanto
capitán, la gente cuando se pone así, hace cojudeces”. Así una serie de nuevos
sucesos alterarán nuevamente la paz del pueblo de Palle. El final es
inolvidable e impredecible.
Es la mejor película
peruana que he visto, Francisco Lombardi nos entrega una historia de suspenso a
lo Hitchcock y de amor-pasión a lo Truffaut.
Lombardi, uno de los
mejores directores cinematográficos de la historia del cine peruano, acierta al
escoger a José Luis Ruiz como el actor principal que interpreta a Percy. Yo
recuerdo haber visto en telenovelas a Ruiz y en ellas siempre ha mostrado sus
dotes de buen actor. Otro acierto son los papeles de Ana Risueño como la
patóloga, hasta yo me obsesionaría con ella porque es atractiva y sensual.
Diego Bertie en el papel de Gino Leyva se encuentra sensacional, especialmente
en la escena en la que Percy y Gino hablan sobre la patóloga. Gianfranco Brero
en el papel del profesor Catalino Pinto nos otorga un acertado personaje
misterioso, sudoroso y dudoso.
Lombardi tiene más
aciertos: poner la música de suspenso en los momentos claves de la historia, la
luz medio oscura cuando enfocan al profesor Catalino Pinto con sus lentes
gruesos de anchas lunas, los colores de las paredes de la casa de Percy, los
boleros de fondo cuando Percy está anímicamente decaído, los diálogos que
sostienen Percy y la patóloga, primero cuando están desnudos en la cama y ella
come un melocotón y posteriormente en el momento que le exige a Percy que le
diga la verdad sobre lo que ha ocurrido realmente.
Escena para recordar: Una parte del diálogo entre
Percy y el casanova Gino
Percy: Dime, tú seguro ya barriste
con todas las hembras de Palle.
Gino: Je, je, je……. Huy, si yo te
contara.
Percy: Cuenta, pues. Te escucho.
Gino: Las he tenido de todos los
sabores y colores. Y todas tienen su gracia…. Hasta las más feas. Si logras
encontrar el punto puedes pasar una noche de la puta madre con una federal.
Total con todas se puede hacer lo mismo.
Percy: Oye…. pero ¿nunca te has
enamorado de nadie?
Gino: ¿Para qué? que se enamoren
los cojudos.
Palabra
dicha, palabra liberada. El cuarto azul
(La chambre bleue). Dirección:
Mathieu Amalric. Basada en la novela homónima de George Simenon. Francia, 2014.
Guión: Mathieu Amalric. Elenco: Mathieu Amalric, Léa Drucker, Laurent Poitrenaux,
Stéphanie Cléau, Mona Jaffart. Por Franco Denápole: Estudiante de la carrera de Letras (UNMdP).
George Simenon,
escritor belga de novela negra (creador del personaje ficticio Jules Maigret),
publicó en 1963 La habitación azul,
historia que protagonizan Tony Falcone y AndréeDespierre, dos amantes que se
ven involucrados en la muerte repentina de sus respectivas parejas.
MathieuAmalric dirige una segunda adaptación de esta historia (la primera fue
dirigida en 2002 por Walter Doehner), utilizando la obra literaria como guía pero
permitiéndose ciertas rupturas estéticas y temáticas respecto a ésta.
En el comienzo de la
película, Andrée pregunta a JulienGahyde (Amalric cambia el nombre de su
personaje en un gesto que parece afirmar la autonomía del filme) si él pasaría
toda la vida con ella. En esta interrogación y en la respuesta del protagonista
se condensa una las principales sensaciones que genera la historia de la
pareja, y que parece confirmarse en el final: una fuerza sobrenatural dirige
los acontecimientos alrededor de estos personajes; un hado inquebrantable los
une en un mismo camino, los lleva a un mismo destino.
Si bien se trata de
una historia cerrada, la estructura del filme no sigue un orden cronológico
organizado: se construye a partir del entrelazamiento de escenas que pertenecen
a dos líneas distintas (se trata de una yuxtaposición continua e intermitente
que exige un gran nivel de atención, y que se forma a partir de una serie de
flashbacks que vinculan el relato de los amoríos entre los protagonistas, y la
crónica de su posterior investigación y juicio). Siguiendo en esto a Simenon,
Amalric genera un sentimiento de asfixia que aumenta a medida el rompecabezas
se va armando. Con el transcurrir de las imágenes, comprendemos cada vez más el
estado de sofocación de Julien, hombre que es arrastrado por fuerzas que no
controla, que se muestra pasivo y en última instancia impotente.
Esta narración,
ambivalente en cuanto narra paralelamente dos historias, no se limita a la
relación pasional entre Julien y Andrée, sino que desarrolla alrededor de ella
otra serie de temas que se cruzan en ese tejido argumental que es, por un lado,
el acto de entrelazar dos hilos, dos historias, y es también, tejido nervioso
(que reacciona, que se contrae y se dilata).
“A la gente le gusta creer que uno siempre actúa por un
motivo concreto”. Esta línea de diálogo pertenece al Tony Falcone de
Simenon, más no al JulienGahyde de Amalric. Sin mencionarla, el director
francés desarrolla uno de los significados que abre: el problema de la
interpretación. Acciones y palabras son los protagonistas de la segunda
historia, la de la investigación policial: inmóvil, el personaje Amalric
intenta recordar y explicar aquello que ha dicho y hecho en las semanas
pasadas, mas la necesidad de sentido que exige la policía parece contradecirse
con el automatismo que el protagonista muestra durante toda la historia:
"La vida es diferente cuando la vives que cuando la cuentas después".
Las palabras no nos pertenecen,
no sirven, mienten, es lo que parece decir el protagonista. Y es que, mientras
él responde que sí a la pregunta inicial de Andrée, parece estar ausente,
responder instintivamente, y es esta acción la que hace preguntarse por el
sentido unívoco de las palabras. La película plantea dos historias, dos
contextos donde se dicen las mismas palabras (el juez hace a Julien repetir
todo lo que cree que le ha dicho a Andrée). En este acto en el que se reitera
lo dicho nos hacemos conscientes (en el mismo momento en que lo hace el
protagonista) de la autonomía de la palabra, de su libertad y de su ambigüedad
esencial, pues todo puede ser interpretado de diversos modos según el contexto
donde se oiga. Parece que esas palabras que Julien ha dejado huir de su boca
casi inconscientemente se han convertido en sus enemigas, han adquirido ese
poder que solo el lenguaje posee.
Asimismo, el
simbolismo acude al repertorio de Amalric a la hora de traspasar significados
entre las historias (la gota de sangre inicial y la mermelada). Junto a esta
herramienta, surge también una superposición de escenas (donde diálogos de unas
se trasponen en otras) que enriquece la confluencia de sentido. El director
francés se vale de una gama de recursos para generar la confluencia y
enriquecimiento del sentir: el simbolismo traspasa significados entre las
historias (la gota de sangre y la mermelada); la superposición de escenas
(donde diálogos de una se trasponen en otras); la música compuesta por Grégoire Hetzel, que
aparece esporádicamente, coincide con la fotografía (la relación de aspecto de
1:1.33 que genera una imagen casi cuadrada) a la hora de ligar la película a
una tradición del cine francés (que podemos localizar en autores como Claude
Chabrol) y más aún, a una estética del equilibrio y la proporción (cercana al
clasicismo).
Filme que cruza
significados; que se muestra como un tejido formado por dos hilos en constante
y complejo entrelazamiento; que narra la unión destinada de dos almas en el
crimen; que devela siempre una fotografía del tacto (de lo instantáneo, lo
instintivo y lo corporal); que muestra, por último, la rebeldía del lenguaje,
en un juego de repetición que desnuda su esencial ambigüedad y apertura.
Compasión o rechazo. Aventurera (The Adventuress). Dirección: Leonardo D´Antoni. Argentina, 2014.
Guion: Leonardo D´Antoni y Méllanie Delloye. Elenco: César Bordón, Melanie
Delloye, Sebastián Arzeno, Adrián Caram, Ana Alvarado Por Linda Carolina Evans
estudiante del Profesorado y de la Licenciatura en Letras (UNMDP).
Para comenzar
citaré a Leonardo D´Antoni que afirma: Aventurera es una película de ficción
filmada con un estilo realista, usando técnicas de documental. Por medio de la
técnica de cámara en mano quieta se nos presenta la primera película de un joven director argentino formado en los
Estados Unidos. No solo él ha sido el
afortunado de formarse en ese país ya que algunos de los actores que forman
parte de la película como por ejemplo MélanieDelloye (la hija de Ingrid
Betancourt, que encabezó muy joven la campaña por la liberación de su madre).
La historia es coescrita y protagonizada
por Mélanie (Beatriz en el film), una hermosa joven colombiana que vive en Buenos
Aires y persigue un sueño: ser actriz. Para ello deberá dejar atrás sus
amistades, el amor de un compañero de teatro y hasta su trabajo.
En relación con el
título creo que es la expresión perfecta tanto para el comienzo como el final
de la obra ya que se entrelazan las peripecias que Beatriz debe seguir para
alcanzar su meta. La película puede producir dos efectos totalmente
contradictorios en el espectador: compasión o rechazo. Lo que me ha producido a
mi es un efecto de compasión y de entendimiento ya que llegar al éxito no es un
sendero de rosas. Si digo que puede producir rechazo es en el sentido de
que la protagonista debe dejar sus
convecciones de lado y hacer lo que haga falta para pasar al siguiente nivel.
Es decir que de todas maneras no podemos saber sí para la joven está bien o
está mal sus decisiones (que acarrean consecuencias) porque ella es imparcial.
En ningún momento el personaje reflexiona o se lamenta por lo cometido, sino
que sigue su camino hacia la fama. En este sentido la producción ha sido
imparcial dejando libre la interpretación al espectador.
En cuanto a los temas
que son tratados en la película varían desde el desarraigo de un lugar de
origen (Bea es de Colombia y debe dejar su hogar para ser actriz), del trabajo
pero pisa fuerte en cuanto a las relaciones afectivas. Una de ellas surge a
partir de su trabajo doméstico para
poder bancar su departamento: el cuidado de dos personas mayores. En estas
escenas donde prevalece el humor surgen a partir de las charlas entre Beatriz y
sus dos ancianas que cumplen el rol de la contención familiar, que no tiene en
Buenos Aires. Luego cuando conoce a un productor de televisión que parece tener
la fórmula mágica es ahí donde se produce el cambio nuestro personaje
principal. Vemos que la chica deja su trabajo porque no se vinculaba con lo que
ella quería hacer, a pesar del afecto que le brindaban las ancianas que
cuidaba. Además deja los ensayos de Hedda Gabler, la obra de teatro en la que
participa junto con un grupo de amigos y uno de ellos, Santiago es quien más la
sufre al estar enamorado de ella. Este si bien es parte de la vida de Bea luego
se alejará pues no encaja en la fórmula para alcanzar el camino del éxito.
Con respecto a la
película metafóricamente hablando el tema es la ambición con un fuerte poder en
gran parte de las escenas. Y sobre este tema el poder cambiarlo todo ya que sí
Beatriz no fuera ambiciosa la película no existiría o sería otra. Ese
sentimiento que forma parte de la vida – no siempre- pero que aquí es el gran
protagonista, casi tanto como Beatriz.
Por otra parte Aventurera aparece ante nosotros como un
cine realista e intimista poniendo el foco, detrás de su aparente sencillez,
una sutileza pocas veces tan perfectamente lograda. Por ello esta película es
una pieza muy bien articulada (a pesar de las trece hojas sintetizadas del guión)
del que capta la sutileza y la belleza de Beatriz en una primera persona que
narra quizás sin saberlo uno de los caminos hacia la fama. No sabemos si
realmente alcanza su sueño (creo que sí)
por tener un final abierto. Con ese último llamado no sabemos sí es la madre
que finalmente se contacta con su hija, o sí es el próximo gran papel en la
actuación. Creo que el llamado deja abierta la interpretación del espectador,
porque ese no dicho, significa mucho. Esta película apostó por la naturalidad,
la sencillez y la improvisación que le valieron el premio a mejor competencia
Argentina. Por lo anteriormente dicho Aventurera
es un film que recomiendo sí no han tenido la oportunidad de verla porque vale
la pena.
La experiencia sensible: llorar en el cine con Mommy de Xavier Dolan. Mami
(Mommy). Dirección: Xavier Dolan.
Canadá, 2014. Guión: Xavier Dolan. Elenco: AnneDorval, Antoine-Olivier Pilon,
Suzanne Clément, Alexandre Goyette, Patrick Huard. Por Flavia Garione:
Estudiante de la carrera de Letras (UNMdP).
“Me gustaría ser el
chico que acompaña a la loba”.
Ezequiel Alemian
“Hace mucho que no me pasaba esto de llorar en los cines”, estas
fueron las palabras de una amiga después de ver Mommy, la última película de Xavier Dolan. Estábamos aplacadas. Yo
manifesté que “estaba hecha un trapo”. El final había cavado hondo y nos dejó
así: mirando por las ventanillas del auto, un poco tristes y también bastante
perplejas como si nos hubieran tirado por la cabeza un efecto de realidad en
139 minutos. Acostumbradas a la amenidad indie
de muchas de las películas del festival de cine de Mar del Plata, cuyos
problemas oscilan entre lo complicado de vivir solo o la separación de una
pareja, Mommy nos había dejado mal
paradas ¿Y qué hacemos con todos estos problemas serios?
Ya lo he dicho, además de su trabajo firme y preciso con los
materiales del presente, lo que más me impresiona es la libertad y la
versatilidad con la que los combina: el trabajo con la imagen, los planos en
consonancia con la música –que siempre es muy oportuna-. Si bien Tom à la Ferme (2013) no colmó demasiado
las expectativas, Dolan es justificadamente uno de los directores más aclamados
de los festivales. A partir de una actitud desprejuiciada puede conjugar algo
que evidentemente es difícil: la facultad para transportar la imagen hacia la
música y la música hacia la imagen. Es la misma libertad que pude advertir en Laurence Anyways(2012): un trabajo minucioso también sobre los
materiales sentimentales (el deseo, el amor, la ira ¡sobre todo la ira!). No
hay imposturas intelectuales, no hay nada forzado, lo que sí hay es una
capacidad insólita para trasmitir efectos de sensibilidad a partir de la música
y de las imágenes –que son y siguen siendo de una perfección abrumadora-.
Historias complicadas en los suburbios de una ciudad canadiense, una
madre (Anne Dorval) que está sola debe lidiar con un hijo adolescente
problemático (Antoine-Olivier Pilon) –no nos importa la patología psiquiátrica
que tiene- ya que la película apunta a otra cosa (si bien se habla de autismo,
hiperactividad, violencia desmedida, impulsividad). Es decir, la película
intenta mostrar la complejidad de ciertos vínculos humanos muy específicos,
como la relación madre e hijo en medio de estas condiciones particulares.
Este
tipo de “dificultades” que pertenecían a un tipo de película de la tarde,
bastante repudiable –las del género “películas de gente con problemas”-
comienza ahí, pero se sale completamente, algo que también me pasó con Agosto de John Wells. De esta manera, la
historia se desenvuelve un poco en las instituciones de contención estatales:
colegios pupilos, hospitales psiquiátricos, enfermeras, trabajadoras sociales,
psicólogos y psiquiatras, guardias de seguridad. Un batallón gris de personas
que deben cumplir su trabajo de modo impersonal: aconsejan y dicen saber lo que
“debe hacerse en estos casos” aunque en realidad no lo saben. Mientras tanto,
luego de un episodio violento “Steve”
(Antoine-Olivier Pilon) vuelve a
la casa de su madre. Aquí comienza, con la intervención de una vecina (Suzanne
Clément), una historia de amor y de contención mutua. La película se hace cargo
de este fenómeno tan extraño: cómo formamos familia con nuestros amigos y de
qué modo los hacemos parte de nuestras vidas; la amistad como una relación de
reciprocidad, como una simbiosis pero sin cursilería y sin tanto dramatismo.
Algunas escenas: Steve andando en skate un día de sol, parece detener
el viento con las manos mientras de fondo suena “Wonderwall” de Oasis (a estas
alturas una especie de himno del rock británico). En un segundo lugar, Steve,
Diane, y Kyla –la vecina- bailan y cantan una canción muy extraña de
Celine Dion, mientras que se materializan para la posteridad con la cámara
digital de un celular. Otra de las particularidades es la música, desfilan por
la película: Oasis, Celine Dion, Dido, Lana del Rey, One Republic, Beck, Vivaldi,
sin prejuicio, cabe todo.
Por último, la madre –despliegue de fortaleza y sensualidad, aunque
también de debilidad-. Diane 'Die' (Anne Dorval) se construye como una loba;
limpia casas para sobrevivir y seduce a los hombres con un objetivo bien claro:
proteger a su hijo. Lidiando con sus propias limitaciones, Diane y Steve pueden
trasgredir ciertos lugares comunes del cine y de la vida en general para
hacerse hermosos.
Otra vuelta de
tuerca. Wyrmwood. Dirección:
KiahRoache-Turner. Australia, 2014. Guión: Kiah Roache-Turner
y Tristan Roache-Turner. Elenco: Jay Gallagher, Bianca Bradey, Leon Burchill, Luke McKenzie,
Yure Covich, Keith Agius, Catherine Terracini, Berryn Schwerdt, Beth Aubrey. Por Darío Lavia. Por Darío Lavia: Webmaster de
http://www.cinefania.com. Lic. en comercio internacional).
En cierta época del siglo pasado la gente acudía corriendo al cine y conseguía su dosis de catarsis gracias a la comedia dramática, saliendo de la sala con una sonrisa de oreja a oreja luego de reír, sufrir y, sobre todo, involucrarse con la ficción proyectada en la pantalla. A pesar de que décadas de evolución enterraron la clase de espectadores que gozaban con un cine como el de Así es la vida (1939), hoy las nuevas generaciones obtienen una catarsis similar pero como los tiempos cambiaron, ahora los temas son más grotescos e involucran muertos vivientes. Desde su universalización, a fines de los setenta, gracias a la insistencia de George Romero, hoy los zombies son cuota semanal de entretenimiento que invade las pantallas y el resto de medios masivos. Pero para ello mucha agua ha pasado bajo el puente: incontables versiones, parodias, secuelas y remakes han erradicado cualquier posible chance de originalidad convirtiendo al film de zombies en una colección de lugares comunes. Ante tal panorama no deja de ser estimulante que el cine australiano haya encontrado una vuelta de tuerca para que, sin dejar ciertos tópicos clásicos, ofrecer algunas ideas originales y satisfactorias. Tras cierta lluvia de meteoros al estilo Trifidos, el ataque es inmediato.
Un padre
de familia (Jay Gallagher, un Bruce Campbell aussie) debe sacrificar a su esposa
e hija contagiadas y se encuentra con un maorí (Leon Burchill) que ha tenido que
encargarse de su hermano zombi. Ambos unen fuerzas con dos o tres camaradas
más, uno de los cuales teoriza que, siendo católico, lo que ha ocurrido fue una
profecía del Apocalipsis: la caída de Ajenjo. Mientras estos personajes se
dedican a liquidar zombies y encontrar un nuevo combustible, la hermana del
protagonista, Brooke (Bianca Bradley), ha sido capturada por tropas del
ejército y es utilizada como conejillo de indias humano por un inescrupuloso
científico que trata de obtener un antídoto o bien un compuesto que permita la
simbiosis con los cadáveres y su potencial dominación. Semejante aspiración,
naturalmente, se le irá de las manos, dotando a la chica de un poder telepático
sobre cada uno de los zombies. El manjar de cine se completa con rubros
técnicos de primera calidad, bienvenidas peleas a trompadas, el habitual gore
que se espera en el género y un discurrir narrativo veloz y dinámico... ideal como
para salir con una sonrisa del cine.
Sueños de daneses en
las pampas. Jauja. Dirección:
Lisandro Alonso. Argentina, 2014. Guión: Lisandro
Alonso, Fabián Casas. Elenco: Viggo Mortensen, Diego Roman, Ghita Nørby, Mariano
Arce, Viilbjørk Malling Agger, Misael Saavedra, Adrián Fondari. Por Rodrigo
Montenegro: Profesor en Letras (UNMdP).
Días malgastados y leguas descaminadas en esa
pampa interminable…
Fogwill.
Jauja es un
relato moroso donde los imaginarios del desierto argentino, esa fracción de
territorio instalada como el cronotopo emblemático del siglo XIX, se
desfiguran, o mejor, se presentan como un artificio maquetado a través del
perfil mítico de la narración, primero abreviado en la sugerente obviedad del
título, y luego explicitado en el breve texto que funciona como epígrafe al
iniciar la película. Luego de esa advertencia en letras rojas: un cuadro.
Sentada sobre una
piedra cubierta por pastizales hay una joven, tendrá unos quince años, usa
vestido celeste con botones y sostiene un libro sobre la falda. A su lado, de
espaldas al espectador, un hombre, su padre; viste sombrero y botas de montura,
fuma moviendo un cigarrillo negro y mirando hacia el horizonte. Mantienen un
breve diálogo trivial sobre el hogar, sobre un perro; hablan en danés. La
adolescente lo mira de vez en cuando, y finalmente se apoya en su hombro. Nada
sucede, no hay movimientos, solo las hojas del libro que hace volar el viento,
y el detalle minúsculo de una araña recorriendo el vestido: eso es todo.
Una pintura realista,
o mejor, una escena que deliberadamente decide imitar el artificio de la
pintura realista del XIX, como si la referencia hacia la tradición apareciera,
antes que en la forma de un documento, como una inscripción estética. El resto
de la película será la ilación de otras pinturas, cuya serie dará la forma de
una narración. Playas, acantilados, loberías, sierras, cavernas y la llanura
como extensión difusa, son el horizonte plástico de una película que hace de la
cámara fija su recurso narrativo. Así, por momentos, un jinete aparece en la
cima de una colina, no hay otro movimiento que el del caballo trotando cuesta
abajo hasta aparecer en primer plano, como si toda la escena encerrara la
totalidad de ese movimiento para comprimirlo en un panorama que lo anula, o al
menos lo encierra en el cuadro.
Pegando escena tras
escena, Alonso construye la extensión de una pampa sin referencias precisas,
sólo, tal vez, el trazado de la zanja que el ministro Alsina consideró como una
política defensiva eficiente contra el malón durante la presidencia de
Avellaneda, antes de la campaña militar de Roca. Un detalle que se pierde entre
las estampas que, yuxtapuestas, componen la monotonía del paisaje pampeano
anterior a la Conquista del Desierto.
Hay algo en el orden
de la imagen y sus ritmos que instala un régimen de intensidad. Si el color
satura el paisaje –el musgo, la piedra, la llanura, la caverna-, también se
produce un gesto análogo en la ropa de los viajeros, ya sean europeos,
criollos, desertores o indígenas; para finalmente trasladarse hacia una
estetización del lenguaje. Para demostrar que, si la película forma un
compuesto emplazado en una fuerte referencialidad histórica, lo hace para luego
fracturar ese pacto.
Al interrumpir la
secuencia lógica de un argumento lineal, es decir, al quebrar el régimen de una
mimesis historicista, la película ingresa en una zona paradójica donde ya no
caben las formas de la causalidad lineal o la derivación temporal. Propone, por
el contrario, una lógica solo interesada en el hilo de la narración, la cual
ingresa, como efecto desestabilizador, dentro de los mecanismos asociativos y
metafóricos del sueño. En definitiva, la atmósfera que se construye durante
ochenta minutos termina por imponerse frente a la necesidad de una resolución
argumental tranquilizadora, y en este sentido, afirma su propia intensidad al
anular cualquier representación ingenuamente realista. Todo relato avanza,
aunque sea desdoblado, multiplicado o fracturado; esta es una idea de la prosa
no sujeta al dominio de lo mimético.
De modo que, si la
desesperada búsqueda del capitán GunnarDinesen a través del desierto argentino
se convierte en un viaje de inspiración onírica, en ese momento donde le clímax
narrativo se desfonda, la estetización se impone como clave de lectura. Tal vez
valga la pena advertir una red de referencias culturales instaladas como gestos
encubiertos de un trabajo sobre los materiales de una tradición. Ahí se encuentran
la resonancia de Tarkovksy en el ritmo
elegido por Alonso; la estética de Courbet –vale recordar L´Hiver de 1868 para
la escena de la caverna- el aura metafísica de las voces que proyectan en danés
el recuerdo de Bergman; y la estetización de los diálogos fraguados por Fabián
Casas –“las habladurías del mundo”, “los cabeza de coco”, “Ella sueña con la
sangre corriendo por las colinas hacia el mar”- quien pareciera demostrar, en
la trayectoria de la anécdota, la vigencia del primer Cesar Aira. Al advertir
esos ecos –consecuencias obvias de la paranoia interpretativa- el relato del
padre desesperado en la búsqueda de su hija se transforma en un ensayo sobre
una pampa irreal, un territorio donde caben voces extrañas, pasajes entre el
sueño y la vigilia, y la especulación existencial: “¿Qué es lo que hace que una
vida funcione y que siga adelante?”
Esa paulatina
horadación del nonsense narrativo, que se instala primero como una atmósfera y
un ritmo moroso, para luego contagiar el resto de la película, forma parte de
una operación que pareciera hacerse cargo de extensas tradiciones culturales,
tanto dentro del cine como de la literatura argentina. Hacia el final, Jauja como film dedicado a recorrer el
territorio que funda el mito de la nación argentina, vuelve subrayar el
carácter artificial de todo relato de identidad: la ficción como dispositivo
contra la univocidad de la historia.
Campaña de
Erradicación de Invasores. Blanco fuera, negro dentro (Branco sai, pretofica).
Dirección: Adirley Queirós. Brasil, 2014. Guión: Adirley Queirós. Elenco: Marquim
do Tropa, Shockito, DilmarDurães, DJ Jamaika, Gleide Firmino. Por Omar Murad: Profesor
en Filosofía, Maestrando en Ciencias Sociales por la UNQ y Doctorando en
Filosofía por la UBA.
Lugar: Brasilia. Año:
1971. La historia: Ochenta mil personas son obligadas a trasladarse a cuarenta
kilómetros de la novísima capital administrativa de Brasil. Hasta ayer vivían
en sus suburbios. Nueve años atrás terminaron de construir con sus propias
manos ese monumento al modernismo arquitectónico, pero sus hogares afavelados
no se llevaban bien con los diseños de Niemeyer. Así Comenzó el éxodo de
Brasilia a Ceilândia.
Ceilândia lleva en su
nombre la infamia: Campaña de Erradicación de Invasores (CEI). Pero a los
invasores les gusta la música y bailar y se llevaron a sus nuevas casas
aquellos ritmos y pasos. La música como sublevación, como venganza. La danza,
esa figura que los brasileños lograron convertir en resistencia con el lenguaje
del cuerpo, también es censurada por las autoridades de Brasilia. La música
negra: el soul, el rap. La norteña, tan parecida a nuestra cumbia.
La danza,
pasos ensayados durante toda la semana en los entretiempos que deja el trabajo
penoso. Y el sábado todo confluye en el baile. Ruidos, sirenas, la policía
golpea puertas y gente. Entran gritando “brancosai, pretofica” (“blanco fuera,
negro adentro”); unidireccional declaración de guerra. Tiros y caballos
gigantes golpean a la multitud que huye. Cesa la música, se termina el baile,
se apagan algunas vidas. Los que quedan, cuerpos dañados para siempre, piden
justicia.
El documental.
Ceilândia, presente. El conductor de una radio clandestina prepara una bomba de
música. Juntan en ella los ritmos que fueron desterrados junto con la gente:
música negra, norteña, popular, de mal gusto. Quieren que la bomba explote en
el centro de Brasilia y que sus habitantes, indignados, se asusten de aquellos
ritmos orilleros, clandestinos, abrumadoramente mayoritarios. Alguien de un
distante 2078 viaja al pasado en busca de pruebas que certifiquen el ataque y
el destierro del gobierno de Brasil a su propio pueblo. Buscan, a la sazón, una
compensación económica; “sin pruebas no hay pasado, sin pasado, no money” reza
como adagio una deslucida imagen que habla desde el futuro.
¿Documental?
¿Ficción? ¿Denuncia? Todo eso y alguna otra cosa, AdirleyQueirós nos invita a
darle cuerpo al pasado desde un remoto futuro que dé testimonio de los
atropellos del presente.
Salsa peligrosa. Nacido para morir (Bornto Die). Dirección: Andrés Borghi. Argentina, 2014. Guión:
Andrés Borghi. Elenco: Leandro Cóccaro, VaninaBalena, Nicolás Stilman, Andrés
Borghi, Esteban Prol, Sergio Berón, Germán Baudino. Por Carina Rodríguez: Licenciada
en Comunicación Social y Magíster en Industrias
Culturales por la Universidad Nacional de Quilmes. (adelanto revista
"Cinefanía Macabra" #3 link: http://www.cinefania.com/macabra)
¿A esta altura será necesario contar
la historia de Andrés Borghi? No hace daño repetirla una vez más. Hace unos
años, el gobierno de Nueva Zelanda abrió un concurso audiovisual para mostrar
los highlights del país. Se presentaron más de 1000 guiones. Peter Jackson, el
director de la trilogía de El señor de los anillos, seleccionó la producción
del argentino como la mejor de todas (Workingday) y elevó a Borghi a la
categoría de leyenda local. Pero Andrés Borghi tiene en su haber mucho más que
el mérito de haber sido seleccionado por Jackson. Es uno de los artistas más
virtuosos de efectos visuales (VFX), es decir la manipulación digital fuera de
la grabación en vivo. Y eso se nota en Nacido para morir. Durante la
presentación en el 29 Festival de Cine de Mar del Plata, su director señalaba
que en Argentina los VFX se usan para corregir errores de la grabación pero que
casi nadie los planificaba en la preproducción.
Nadie excepto Borghi, que de
esta manera arma escenas de acción magistrales que fusionan el animé japonés
con un personaje al mejor estilo James Bond (Marcelo Riesgo) en una historia
digna de Misión Imposible. La trama: el agente Marcelo Riesgo (Leandro Coccaro)
junto a su colega Guadalajaraman (Andrés Borghi) de la agencia antiterrorista
KKDBB, deben rescatar al desaparecido Doctor Pupete, autor de una salsa picante
especial que pone en riesgo al mundo. En ese trayecto se enfrentarán a un
comando de ninjas obsesionados por la limpieza, un sicario que no pudo dejar el
chupete (SimonRatziel), un asesino tanguero (Esteban Prol), entre otras
amenazas. Así de disparatada es la película que tira gags a cada minuto y que
fusiona la acción con la comedia de manera magistral. Se trata de una película
de bajo presupuesto que borra sus costuras artesanales en la edición y el
montaje, aunque podría haberlo hecho también en algunos chistes que parecen muy
internos o entre amigos lo cual le habría otorgado otro vuelo comercial. De
todas maneras, nada de esto borra el placer inmenso que implica ver Nacido para morir.
Melingo en toda su
dimensión. Su realidad (Surreality). Director: Mariano Galperin.
Argentina, 2014. Guión: M. Galperin, M. Szulanski. Elenco: Daniel Melingo,
Muhammad Habbibi, El Rodra Guerra, Patricio Cotella, Gustavo Paglia, Pedro
Onetto. Por Santiago Ruiz: Estudiante de la carrera de Letras (UNMdP).
El título en español,
Su realidad, comienza con un pronombre posesivo cuya referencia alude al
músico argentino Daniel Melingo, que es el protagonista de la obra. Melingo
actúa de Melingo. Todo gira en torno a él y a su propia manera de ver las cosas,
a su propia realidad. En una de las escenas, el cantante mira hacia afuera por
la ventana de un tren mientras aplasta la cara contra el vidrio y pone las
manos al lado de la cabeza. Así mira el mundo, de manera original y excéntrica,
divirtiéndose entre concierto y concierto. Las situaciones de humor absurdo son
abundantes y la manera de ser del protagonista provoca la burla constante de
todo lo que lo rodea, ya que no se toma nada demasiado seriamente.
A su vez, quizás la
escena mejor lograda de toda la película sea aquella en la que la banda canta a
capela, en uno de sus viajes en tren, la letra de "Canción para mi
muerte" de Charly García con la música de la "Marcha Peronista".
Un hallazgo que resulta tan "bello como el encuentro fortuito, sobre una
mesa de disección, de una máquina de coser y un paraguas". Así podríamos
definir a esta película, cuyo título en inglés resulta particularmente
sugestivo: Surreality.
En palabras del
propio director, el film es un homenaje hacia artistas que aprecia, destacándose
especialmente las alusiones a los surrealistas Buñuel, Breton y Apollinaire,
entre otros. Por este motivo, la filmación utiliza solamente los colores blanco
y negro para aportar un marco de unidad a la sucesión de escenas inconexas.
Esto se debe a que Melingo es Melingo, pero puede también recrear una escena de
Chaplin o dibujar un caligrama en la pared a partir de un verso de García Lorca
para dar paso inmediatamente a otra situación completamente extraña y
diferente. El surrealismo implica una nueva mirada de la realidad, una
desautomatización de la percepción y un libre juego del pensamiento en donde
las fronteras entre lo real y lo irreal, lo posible y lo imposible, se disipan.
Por otro lado, si
bien película se centra en los viajes que Melingo realiza junto a su orquesta
de tango por distintos países de Europa, el interés no recae sobre los shows ni
sobre el público sino que se prioriza aquello que está por fuera permitiendo el
surgimiento de escenas cotidianas ridículas y desopilantes. Por ejemplo, cuando
los músicos discuten enérgicamente en reiteradas escenas absurdas acerca de
diferentes sucesiones de acordes para emplear en los temas, lo hacen como si
discutieran en cualquier bar porteño sobre formaciones de equipos de fútbol.
Asimismo, Melingo es
también un porteño que deambula por el mundo en un viaje fantástico que le
permite comenzar una escena en París y terminarla en Buenos Aires para volver a
encontrarse sin ninguna explicación en Londres o en Berlín. De esta manera,
elementos locales como el mate, el tango o la intención de coimear a un guarda
del tren para viajar sin pasaje se entremezclan en medio del paisaje global.
En este sentido, el
protagonista es un "Linyera", palabra que da título a su último disco
editado en 2014 cuyos temas constituyen gran parte de la banda sonora de Su
realidad. Melingo interactúa con distintos músicos, así como también se
encuentra con amigos franceses y españoles, mujeres enigmáticas o gente
desconocida en la calle. El protagonista se lanza al mundo como solista y se
deja atravesar por su viaje con la libertad anárquica de un alegre vagabundo
que peregrina junto a las vías del tren. Como dice "La canción del
Linyera": "Linyera soy/ corro el mundo y no sé a dónde voy./ Linyera
soy/ lo que gano lo gasto o lo doy./ No sé llorar/ ni en la vida deseo
triunfar./ No tengo norte/ no tengo guía/ para mí todo es igual." Melingo
transita su viaje despreocupadamente, sin ningún rumbo fijo y casi siempre
subido a un tren, aunque en algún momento afirme irónicamente: "No voy en
tren, voy en avión."
Además, a partir del
viaje es posible apreciar la música de Melingo en toda su dimensión, ya sea
formando parte de pequeños ensambles de dos o tres personas en ambientes
íntimos o cantando y tocando variados instrumentos en los escenarios repletos
de los teatros más prestigiosos de Europa.
Por último, la
película ganadora de la competencia argentina, que fue exhibida durante el
Festival de Cine de Mar del Plata únicamente en el Teatro Colón, finaliza con
un plano fijo de un teatro similar en donde la gente comienza a retirarse luego
haber presenciado un concierto de Daniel Melingo. Uno no puede más que
despedirse de la sala maravillado y conmovido al formar parte como espectador
del último gesto surrealista y burlesco del director.
Una vorágine
sentimental. Alma salvaje (Wild). Dirección: Jean-Marc Vallée.
Basada en la autobiografía de CherylStrayed. EEUU,2014.Guión: Nick Hornby. Elenco:
Reese Witherspoon, Laura Dern, Gaby Hoffmann, Michiel Huisman, Thomas Sadoski,
Kevin Rankin, Charles Baker, Charles Baker, Brian Van Holt, W. Earl Brown, Nick
Eversman, Orianna Herrman. Por
Fernando Valcheff García: Estudiante de la carrera de Letras (UNMdP).
Cheryl Strayed,
rodeada de un imponente paisaje, tan desolador como magnífico, suspende
momentáneamente su marcha y se sienta al borde de un precipicio para descansar
de los estragos que un calzado poco apropiado y un largo camino que lleva
recorrido por cientos de kilómetros han producido en su cuerpo. La herida en un
dedo del pie, que pronto se convierte en la cruda imagen de una uña arrancada,
y la posterior caída de una de sus botas al vacío, desatan en Cheryl el dolor,
la furia y la impotencia condensados en un grito desgarrador que se perderá en
el vacío. Todos estos elementos que se conjugan en la escena inicial bien
pueden resumir los núcleos de Alma
salvaje en relación con su protagonista: el dolor por una herida familiar
que aún continúa abierta, el abismo al que inevitablemente la conduce el
consumo de drogas y un abrumador vacío interior propiciado por la pérdida de su
gran amor; un vacío espiritual que la joven de de 26 años intentará llenar
mediante un viaje de autodescubrimiento a través de la costa oeste de los
Estados Unidos, en una excursión que recibe el nombre de Pacific Crest Trail.
Pero el espectador no sólo acompañará a Cheryl en su épica excursión de más de
1700 kilómetros a pie: también tendrá la posibilidad, mediante la intercalación
de numerosos e intermitentes flashbacks, de descubrir qué la motivó a realizar
este viaje, cuáles fueron las experiencias de vida que la marcaron de manera
definitiva y, en última instancia, qué hechos puntuales la llevaron a un
paulatino descarrilamiento de su conducta.
Pese a que el sello
de road movie ineludiblemente aplica a
este film, Wild, tal su título
original, sorprende por su inusual dinámica narrativa, su transparencia y
franqueza. Sin dudas, el correlato de ello se encuentra en el hecho de que se
trata de una película “basada en hechos reales”, yendo incluso más allá, puesto
que la historia ha sido adaptada de una novela autobiográfica escrita por la
auténtica Cheryl Strayed titulada Wild: From Lost to Foundon the Pacific Crest Trail.
La actriz Reese Witherspoon, en un memorable papel que le valió una reciente
nominación a los Golden Globes y que la obligó a someterse a una fuerte
transformación física, interpreta a una mujer desolada, exhausta por las
experiencias que le ha tocado vivir, y que para alejarse de sus propios
fantasmas decide emprender esta travesía única. El camino será arduo para
Cheryl, quien se enfrenta a numerosos obstáculos de diversa índole: la
adversidad del clima, la falta de agua y alimento, el acecho de una naturaleza
salvaje, los propios miedos e inseguridades, e incluso la amenaza de algunas
personas peligrosas que se cruzan en su ruta. El esfuerzo es tanto físico como
espiritual: Cheryl recorre un extenuante camino en el que debe cargar con el
peso de su equipaje, pero también con el de un pasado oscuro y doloroso. Los
días y las noches se suceden tras largas horas de caminatas que se alternan con
escenas de su vida, contribuyendo a agilizar una historia que se revela
paulatina y fragmentariamente, y que parece sostenerse en dos cimientos: los afectos
y la literatura. Así, descubriremos el motivo fundamental del dolor emocional
que aqueja a Cheryl y que la perseguirá por años con una insistencia
implacable. Un desconsuelo que no la abandona y la lleva a la drogadicción y el
libertinaje sexual, sufriendo como consecuencias más inmediatas el alejamiento
de su hermano y la separación de su pareja. La literatura, que para Cheryl
representa simbólicamente aquello que ha perdido, lo que le ha sido arrebatado,
será a su vez el vehículo mediante el cual buscará curar sus heridas. Se trata
de un pilar que no sólo ha marcado su trayecto universitario, posibilitando un
vínculo de estrecha relación con su madre, sino que también funcionará a modo
de testimonio escrito de su periplo. En cada una de las estaciones que señalan
el recorrido del viaje, Cheryl anotará una frase propia acompañada de una cita
de alguno de sus autores predilectos.
Esta suerte de diario de viaje, que, al
igual que la historia de su pasado, se conservará de manera fragmentaria en
cada uno de los cuadernos de las paradas en las que se detendrá, la convierten
casi en una celebridad entre los demás excursionistas, que llegan a admirarla y
seguir de cerca su trayecto. A medida que su itinerario avanza, Cheryl se
encuentra con un puñado de estas personas, con quienes intercambia experiencias
y comparte sus vivencias. Algunos de ellos la ayudarán y se convertirán en el
apoyo que necesita para superar la prueba que se ha autoimpuesto. Este avance
del recorrido estará marcado, además, por la evolución de su carácter y el
crecimiento espiritual que surgen como consecuencia de las experiencias que le
toca vivir: largos momentos de soledad introspectiva y profundas reflexiones
que nacen en el contexto de una vasta y aislada geografía. Un viaje cuyo propósito
y objetivos particulares la protagonista desconoce en un principio, pero que,
finalmente, se convierte en una forma de catarsis frente al sufrimiento
emocional y la desolación que aquejan su vida.
Por supuesto el
paisaje será un personaje más en este film dirigido por Jean – Marc Vallée. Su
naturaleza estará en completa sintonía con la expedición de la protagonista. Se
trata de una experiencia salvaje, sí, pero también conmovedora, cautivante. Una
película de corte biográfico que, de manera realista y poco pretenciosa, desenvuelve una compleja
trama de conflictos sentimentales, de sensaciones y angustias abrumadoras, de
una joven vida al límite, acechada por la muerte en diversas circunstancias.
Con una fotografía armoniosa y un guión que se preocupa más por recuperar la
fluidez de la oralidad y la verosimilitud del habla que por la verborragia
altisonante, Alma salvaje atrapa al
espectador en una vorágine sentimental que atraviesa diversos estadios y deja,
como resultado final, una sensación de profunda satisfacción.
Atrapado entre dos
polos. Revivre (Hwajang). Dirección: Im Kwon-taek. Corea del Sur, 2014. Guión: Kim
Hoon y Yun-heeSong. Elenco: AhnSung-ki, Kim Qyu-ri, Kim Ho-jung. Por Fernando Valcheff García.
¿Cómo afrontar la
inminente pérdida de un ser querido? ¿De qué manera acompañar en su sufrimiento
a esa persona que ha estado presente durante tantos años? ¿Se puede seguir
adelante, dejar de lado el dolor y la angustia de la muerte? Todos estos
interrogantes, que intentan reflexionar acerca de los estragos de la cruda
existencia, son planteadas en Revivre
desde el minuto cero. La película comienza con una imagen elocuente y
reveladora que resume el eje transversal de la historia narrada: el cadáver de
la esposa de Oh Sang-moo, director de Marketing de una importante compañía de
cosméticos surcoreana. El cortejo fúnebre organizado por Oh recorre un paisaje
desértico y presenta todas las características rituales de una importante
ceremonia oficiada para despedir a su compañera, quien muere luego de una larga
y tormentosa enfermedad. Entre los asistentes, cerrando la procesión, se
destaca la presencia de una bella joven que parece participar de la ceremonia
por motivos que exceden el adiós a la difunta. Cuando Oh, que encabeza el
desfile, se da vuelta y ambos se muestran conscientes de la presencia del otro,
el cruce de miradas lo dice todo. Y es que el film de Im Kwon-taek (el número
¡102! en su prolífica carrera como cineasta) parece preferir los silencios y la
sugestión frente a lo directo y explícito. La sutileza y la discreción son
marca registrada en este film, aunque la enfermedad, el deterioro físico y la
muerte sobrevuelen constantemente la vida del protagonista. Estos factores
convierten a Revivre en una película
profunda que cuenta una historia sin rodeos, honesta y frontal, que, no
obstante, trata temas delicados de manera cuidada, evitando en todo momento la
innecesaria crueldad.
Si bien el relato
comienza con la esposa de Oh ya muerta, la narración rompe con la cronología
lineal remontándose a los meses previos a su fallecimiento, más precisamente al
día en que, luego de una descompensación, Jin-kyung es llevada al hospital, en
donde le realizan los estudios que confirman un estado avanzado de cáncer cerebral.
El film retrata de manera segmentada el proceso de degradación que la
enfermedad ocasiona en Jin, cuyas consecuencias serán tanto físicas como
emocionales, puesto que su relación con Oh atravesará una dura prueba. No
obstante las dificultades de esta situación, el dilema fundamental en la vida
de Oh aparece con la llegada a su empresa de una nueva jefa de marketing,
ChooEun-joo, esa joven que, como muestra la escena de apertura de la película,
asistirá al funeral de Jin. Su belleza y sensualidad eclipsan a Oh quien poco a
poco comienza a interesarse en la joven, al tiempo que el compromiso con su
esposa se vuelve una carga cada vez más difícil de sostener. Choo representa
para Oh una posibilidad de fuga de la realidad opresiva en la que se encuentra
y, a pesar de que la seducción se despliega de manera absolutamente subrepticia
y sugerida, la tensión entre ambos se hace cada vez más tangible.
La película oscila en
un constante vaivén entre las circunstancias previas a la muerte de Jin y el
desarrollo de su funeral, así como algunas situaciones posteriores a dicha
ceremonia que involucran a Oh y su entorno. Choo se convierte en una presencia
fundamental en la vida de Oh en ambos cuadros. Pero también lo es su mujer, con
todos los contratiempos que conlleva su estado y los incesantes altibajos a los
que se ve sometida. De esta manera, el protagonista se verá atrapado entre dos
polos que reclaman su atención constante por distintos motivos: el deseo y la
tentación, por un lado; el cariño y la responsabilidad, por otro. Oh no concibe
abandonar a su esposa, pero es consciente de que no puede dejar que su vida
(tanto laboral como amorosa) se vea arrastrada por el inevitable destino que
ella sufrirá. En este punto, la película se convierte en una encrucijada para
el protagonista, incluso en aquellas situaciones posteriores a la muerte de
Jin, puesto que lo que se pondrá en juego será el respeto por su memoria, por
la institución del matrimonio que los unió y por una relación longeva
compartida durante muchos años. Dejarse llevar o no por la tentación: ese
parece ser el complejo dilema al que Oh se enfrenta de manera inesperada en una
etapa ya avanzada de su vida.
Una de las virtudes
de Revivre radica en su extrema
franqueza ante el tratamiento de sentimientos tan contradictorios como
genuinamente humanos. Habrá lugar para escenas que bordean lo poético, pero
también para momentos dramáticos difíciles que involucran las constantes
recaídas de Jin. Mientras tanto, el acercamiento entre el protagonista y la
joven se afianza cada día más, a pesar de que la posibilidad de concreción
parece ser cada vez más lejana: Choo está por casarse y Jin se encuentra en un
punto crítico de su enfermedad. Esta suspensión continua se sostendrá e
imperará por sobre el evidente deseo de ambos de llevar la relación profesional
a otro nivel. Choo se muestra cada vez más interesada. Oh, cada vez más
contradictorio: mantiene relaciones sexuales con su esposa fantaseando con la
imagen de su joven colega completamente desnuda, pero a la vez rechaza los
servicios de una prostituta que, durante un viaje de negocios, se presenta en
la habitación de su hotel enviada por uno de sus compañeros. En lugar de
acceder a acostarse con ella, Oh la invita a retirarse e inmediatamente llama
al hospital para hablar con Jin y preguntarle cómo se encuentra. ¿Culpa? ¿Cargo
de conciencia? ¿Respeto? ¿Moralidad? ¿Amor?; probablemente, un poco de cada
uno, o ninguno de ellos: los motivos que le impiden a Oh dejarse llevar por su
deseo sexual quedan velados. Corresponderá al espectador completar esos vacíos
e intentar comprender el porqué de la actitud del personaje, sobre todo en las
escenas finales, en que su historia se resuelve con una naturalidad y
espontaneidad formidables. De esta manera, Revivre
concluye haciendo honor a su estética discreta, que bordea la perfección
formal, y dándole un final ¿abierto? a una historia desprejuiciada que deleita
por su capacidad de poner en evidencia algunos de los pormenores más
conflictivos de las relaciones humanas.
I could not stop for death. Antes de
que desaparezca (Before I Disappear). Dirección: Shawn Christensen. EEUU, 2014. Guión: Shawn Christensen.
Elenco: Fatima Ptacek, Shawn Christensen, Emmy Rossum, Paul Wesley, Ron
Perlman, Richard Schiff, Stephanie Kurtzuba, Isabelle McNally, J. Elaine
Marcos. Por Juan Cruz Zariello Villar. Estudiante avanzado
del Profesorado en Letras, UNMdP.
Una película que cualquier cinéfilo hollywoodense espera encontrar en la
cartelera de cine. Una película con actores reconocidos, citemos a Emmy Rossum (Shameless US, 2011) y Paul Wesley (The Vampire Diaries, 2009). Una película
con escenarios suburbanos, nocturnos, boliches, pistas de bowling, drogas
abundantes, violencia, e incluso alguna que otra coreografía alucinada, a cargo
de Darren Morze.
Una película exitosa, ganadora de South by Southwest Audience Award y
nominada para competir en el Venice Film Festival. Una película que se presenta
como la “featurelenghtadaptation” del cortometraje ganador de un Oscar: Curfew (2012), que retoma sólo la escena
central: una llamada, inesperada, que hace que el protagonista cambie su
perspectiva de la vida. Con pocos cambios sobre ese corto, Before I Disappear se construye sobre la idea de la muerte, en sus
múltiples planos, en sus distintas formas.
Richie es, básicamente, un chico que tuvo y tiene múltiples contactos con
la muerte: el suicidio de su novia Vista, el hallazgo del cuerpo sin vida de
una joven a causa de una sobredosis de heroína en un baño de un club nocturno
durante su turno de trabajo. Así, a raíz del doloroso e insoportable recuerdo
de su novia suicida y de la depresión causada por la nueva soledad afectiva y
el acostumbrado desinterés y alejamiento familiar toma la decisión, aunque,
incluso, pueda ser obvia, de ponerle fin a su vida. Esa llamada hace de enlace
con los otros personajes: Sophia, la niña prodigio, de 11 años, que mima, por
momentos, al personaje de Miranda Cosgrove en School of Rock (2003), y Maggie, la
hermana mayor de Richie, exitosa, educada, correcta y obsesivamente prolija,
obsesivamente sobreprotectora y exigente con su hija.
Como decíamos, Before I Disappear
se cierne sobre las formas de la muerte: Sophia, la pequeña estudiosa, promesa
de éxito y superación trae la vitalidad a un mundo de desolación y soledad, que
será, creo, la gran enseñanza, la posibilidad de un futuro luminoso. Pero
siempre, repito, en todo momento, hace presencia la muerte o la idea de la
muerte. Lo interesante, sin embargo, son esos momentos en donde la vida y la
muerte tejen las relaciones entre los personajes, se filtran en los diálogos,
producen resonancias que se dispersan en las escenas, dando unidad a la
película de Christersen.
Para terminar estas mínimas reflexiones, me interesa repasar algunos
momentos, sin orden cronológico, en donde la muerte se hace presencia ya que,
intuyo, va al hueso del film y, por lo demás, me resulta de lo más interesante.
Ya hablamos de la muerte que da inicio a la película, este relato in media res y de la muchacha que muere
por sobredosis y saltearemos los momentos de ajustes de cuentas entre dueños de
clubes nocturnos, que también juegan con la vida y la muerte de las personas.
Entonces, en principio, se pondrá en cuestión el arrepentimiento o no del
nacimiento de Sophia por parte de su padre, revisando, superficialmente,
cuestiones como la concepción, el aborto, dar vida, etc. Por su parte, Richie, en su niñez, se dedicó, por hobby, a
dibujar y creó un personaje, un dibujo animado: Sophia. No sólo es sugerente la
obvia referencia al nombre de su sobrina sino que también hace un gran aporte a
la trama a través de enfatizar la funcionalidad de ese personaje: como todo cartoon, nunca muere, siempre vuelve a
empezar, vence a la muerte una y otra vez. Por último, aparece, en la voz de
Sophia, quien recita tanto en inglés como en mandarín, logrando perfilar desde
un principio su personaje, el poema 712 de Emily Dickinson, “Because I couldnot
stop for Death”:
Because I could not stop for
Death –
He kindly stopped for me –
The Carriage held but just Ourselves –
And Immortality.
Parece sumamente ocasional el poema, pero establece un nexo muy
interesante entre Richie y su sobrina, porque la muerte, en fin, de tanto
intento fallido de buscarla, se detiene y propone alguna forma de inmortalidad,
desplazada a la niña y su inocente vitalidad. Uno no sabe, cuando mira el film,
si la inmortalidad se piensa como un exceso de vida o una falta total de
muerte. El planteo de Before I Disappear
puede parecer cliché, ya trabajado,
estudiado, visitado, pero me parece que no le quita belleza, sentido y
sensibilidad a su propuesta que, aunque no me detuve, contiene grandes momentos
de un alto humor negro.
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